Confesión de Fé de Westminster
Capitulo 2 Apartado III
En la unidad de la Divinidad hay tres personas de una sustancia, poder y eternidad; Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. (1) El Padre no es engendrado ni procede de nadie; el Hijo es eternamente engendrado del Padre, (2) y el Espíritu Santo procede eternamente del Padre y del Hijo. (3)
1. 1 Juan 5:7; Mateo 3:16,17 y 28:19; 2 Corintios 13:14.
2. Juan 1:14,18.
3. Juan 15:26; Gálatas 4:6.
En la actualidad el común de los cristianos en las diferentes denominaciones no conocen o al menos no a fondo los fundamentos de la fé cristiana, entre esos fundamentos se encuentra la doctrina de la "Trinidad". Fundamento de fé que hace que las Iglesias Evangélicas tengan una identidad y las distingue del sin fin de sectas modernas y antigüas que se apartan de la verdad Bíblica.
Ademas de no conocer a fondo las raíces del cristianismo, muchas veces se olvida la Historia de las doctrinas netamente cristianas. La doctrina de la Trinidad ha estado en el centro de diferentes eventos historicos que han marcado indudablemente nuestro mundo y cultura moderna. Uno de estos eventos es la separación de la iglesia católica en dos grandes bloques, el oriental versus el occidental, la iglesia ortodoxa griega liderada por el patriarca de Constantinopla y la iglesia Romana liderada por el papa en turno, esta separación en gran parte es debida a la discencion de pensamiento de la doctrina conocida como el "FILIOQUE".
Que es el FILIOQUE?, es una palabra latina que Literalmente se traduce como "Y del Hijo" y hace referencia a la procedencia dentro de la Trinidad del Espíritu Santo.
La Iglesia evangélica tiene mucho que decir al respecto ya que somos "La Iglesia de Dios, columna y baluarte de la verdad". Por lo tanto se expone a continuación un artículo de la revista teológica del Seminario Reformado Mid-América.
_____________________________________________________________________________________
¿Es el Este, el Este, y el Oeste, el Oeste?
Otra mirada al Filioque
Robert Letham
Introducción1
Las iglesias Orientales y Occidentales tuvieron sus orígenes en las diferencias étnicas y lingüísticas en el Imperio Romano. La iglesia Occidental estaba fundamentada en Roma y actualmente incluye no solamente a la Iglesia Católica Romana sino también a aquellas iglesias que rompieron con Roma en el siglo dieciséis. La iglesia Oriental originalmente estaba fundamentada en Constantinopla y actualmente consiste de una gama de jurisdicciones autocéfalas (iglesias independientes) en gran parte enraizadas en Rusia, en la Europa oriental mediterránea y del sur. En 1054 la comunión entre ambas iglesias fue fracturada. Un número de serios desacuerdos se habían desarrollado, incluyendo algunos desacuerdos relacionados con la jurisdicción de la iglesia romana y la autoridad papal concomitante, el uso de pan leudado en la
eucaristía(lo cual aprueba el Este), el matrimonio clerical y un rango de asuntos teológicos. De estos últimos, con mucho la cuestión más importante de todas era y, sigue siendo, la cláusula del Filioque añadida por el Oeste al credo Niceno-Constantinopolitano (C).
La cláusula del Filioque
El primer registro de C proviene del Concilio de Calcedonia (451), el cual describe al Filioque como la fe de los padres reunidos en el Concilio de Constantinopla (381), el cual produjo el acuerdo trinitario. No hay registro de la cláusula en Constantinopla pero eso no significa que no se haya usado ahí. Los registros originales del Concilio se perdieron. No es el credo adoptado en el Concilio de Nicea (325) (N), porque es mayormente, y en efecto, un credo enteramente diferente. C incluye una declaración acerca del Espíritu Santo de que “procede del Padre”. No se
menciona tampoco su procedencia del Hijo. Sin embargo, empezando en España y debido a la amenaza de un continuado Arrianismo, se infiltró subrepticiamente una adición en las liturgias Occidentales locales, a Patre filioque, “del Padre y del Hijo”. Esta adición se propagó y fue adoptada por los concilios locales, particularmente por el Concilio de Toledo (589), fue aceptado por la iglesia Francesa a finales del siglo ocho, pero no se insertó en el Credo por Roma hasta el año 1014 bajo el Papa Benedicto VIII. El Cuarto Concilio de Letrán de 1215 lo mencionó y el Concilio de Lyon en 1274 lo proclamó como dogma.
El Este objeta a este desarrollosobre fundamentos eclesiásticos. Tal cambio (más un desarrollo, arguye el Oeste, dado que C no negó el filioque sino que simplemente no lo comentó, en cuanto no era un asunto a tratar), debe requerir un concilio ecuménico semejante a Nicea, Constantinopla y Calcedonia. Como Theodore Stylianopoulos lo pone: “¿Puede una cláusula que se deriva de una tradición teológica ser simplemente insertada en un credo que se deriva de otra tradición teológica sin la intervención de un concilio?”2
1 Conferencia impartida en el Seminario Reformado Mid-America el 10 de Noviembre de 1999.
2 Theodore Stylianopoulos y S. Mark Heim (editores), Spirit of Truth: Ecumenical Perspectives on the Holy Spirit. Papers of the Holy Spirit Consultation. Communion on Faith & Order, NCCCUSA Octubre 24-24, 1985 –Brookline, Massachusetts (Brookline, Massachusetts: Holy Cross Orthodox Press, 1986), 32.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
El Este también objeta a este desarrollo sobre fundamentos teológicos. Examinaremos las razones para esto en un momento. Esencialmente, el Este y el Oeste tienden a entender la Trinidad de manera diferente y, sobre premisas Orientales, este desarrollo Occidental parece socavar la enseñanza de la iglesia sobre la Trinidad heréticamente.
Si uno apreciara el significado de esta cuestión y no la descartara como estéril, uno tiene que, como Dietrich Ritschl observa, “dejar que nuestros pensamientos se sumerjan en los modos trinitarios clásicos de argumentación”,3 porque como Stylianopoulos comenta: “no estaba en juego una cuestión abstracta sino la verdad de la salvación cristiana”.4 En términos de Pelikan, los padres griegos y los concilios primitivos no construyeron una ciencia de la ontología divina sino una ciencia de la revelación divina.5 Las preguntas a plantearse son si la cláusula es consistente con C y también con la enseñanza de la Escritura.
La Enseñanza Bíblica sobre la Procesión del Espíritu Santo
Juan 14:16—El Hijo le pide al Padre, y el Padre les dará a los discípulos otro Paráclito [en Pentecostés]. El Padre da el Espíritu en conexión con la petición del Hijo.
Juan 14:26—El Padre enviará al Espíritu en el nombre del Hijo.
Juan 15:26—El Hijo enviará al Paráclito (una referencia al Pentecostés, el envío histórico), quien a su vez procede del Padre (denotando un envío continuo). Mucha de la erudición moderna del Nuevo Testamento arguye que la procesión aquí se refiere a la actividad económica solamente— las relaciones entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en la historia humana—y no a todas las realidades antecedentes eternas en Dios mismo. Robert L. Reymond cree que al referirse esto a las realidades inmanentes en Dios es ir más allá de los límites de la Escritura. De Margerie llama
esta restricción a la misión temporal “una exégesis simplista que carece de un trasfondo teológico y es la obra de exégetas que fallan en reflexionar sobre las presuposiciones lógicas y metafísicas de los textos escriturales”.6 Tiene el efecto de menoscabar la realidad y la veracidad de la revelación de Dios postulando la idea de que lo que Dios hace económicamente no necesariamente indica quién es él.
Juan 16:13-15—El Espíritu Santo depende y recibe de otro, él oye de la Palabra (el Hijo), quien asimismo ha recibido todas las cosas del Padre.
Juan 16:7—El Hijo enviará el Paráclito a los discípulos en Pentecostés. El Hijo envía al Espíritu.
Juan 10:30—Jesús dice “Yo y el Padre uno somos”.
Juan 20:22—Jesús sopla y dice a sus discípulos: “Recibid el Espíritu Santo”.
3 Dietrich Ritschl, “Historical Development and the Implications of the Filioque Controversy”, en Lukas Vischer(ed.), Spirit of God, Spirit of Christ (London and Geneva, 1981), 46.
4 Theodore Stylianopoulos, “The Biblical Background of the Article on the Holy Spirit in the
Constantinopolitan Creed”, Etudes Théologiques 2: Le Ile Concile Oecoménique (Chambésy-Geneve: Centre orthodoxe du Patriarcat Oecuménique, 1982), 171.
5 Jaroslav Pelikan, The Christian Tradition , Vol. 2: The Spirit of Eastern Christendom (Chicago: University of Chicago Press, 1974), 33.
6 Robert L. Reymond, A New Systematic Theology of the Christian Faith (Nashville: Thomas Nelson, 1998),331f.; Bertrand de Margerie, S.J., The Christian Trinity in History (Petersham, Massachusetts: St. Bede’s Publications, 1982), 169.
------------------------------------------------------------------------------------------------
En general, la Biblia presenta un cuadro complejo de las relaciones del Espíritu con el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo oye al Padre, recibe del padre, toma del Hijo y lo da a conocer a la iglesia, procede del Padre, es enviado por el Padre en el nombre del Hijo, habla del Hijo y glorifica al Hijo.7
La Trinidad de acuerdo a la Iglesia Oriental
Las influencias dominantes en el trinitarismo Oriental eran los Capadocios (Basilio, Gregorio Nacianceno y Gregorio de Niza) y Juan de Damasco. Estos colocaron el acento principal en el Padre como el origen (fuente) de la deidad, la fuente de la subsistencia personal del Hijo y el Espíritu Santo y, de esta manera, el garante de la unidad en la Divinidad. El Padre es el único principio, fuente y causa de la divinidad. Así pues, el Espíritu Santo procede del Padre.
La Trinidad de acuerdo a la Iglesia Occidental
Aquí Agustín ha ejercido una influencia dominante hasta el día de hoy. Hizo de la esencia divina, no la persona del Padre, el fundamento para su doctrina de la Trinidad. La teología occidental se ha desarrollado empezando desde la unidad de la esencia. La amenaza continuada del arrianismo en el Occidente, particularmente en España, condujo a la iglesia a acentuar la cosubstanciabilidad del Padre y el Hijo. El Filioque tenía la intención de asegurar esto—la procesión del Espíritu Santo del Padre y el Hijo tenía la función en el Occidente de salvaguardar la identidad de la sustancia del Hijo y el Padre. Siguiendo la analogía psicológica de Agustín, el
Espíritu Santo era considerado como el lazo de unión entre el Padre y el Hijo.
La Iglesia Occidental según Fotio
Fotio, el Patriarca de Constantinopla (858-867, 880-886), complicó aún más la situación.8 Insistía en que el Espíritu Santo procede del Padre solamente, no teniendo el Hijo parte en este acto, aunque no requería que esto fuera aceptado por Roma. Su intención no era solamente negar las relaciones íntimas entre el Hijo y el Espíritu sino clarificar muy bien que el Padre solamente causa la existencia de las otras dos personas. A su vez, Fotio atribuyó a la iglesia Occidental un arreglo mediante el cual el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como de dos principios separados. El consideraba este arreglo como una herejía porque entonces habría dos principios separados en la Trinidad destruyendo, de este modo, la unidad de Dios.
El Origen de la Concepción Occidental en Agustín
Sin embargo, el entendimiento de Fotio del trinitarismo Occidental había sido explícitamente repudiado por Agustín cuatrocientos cincuenta años antes:
7 Juan 16:7, 13-15; 15:26; 14:26; Mt. 3:16 (cf. Marc. 1:10; Luc. 3:22).
8 Photius, Peri thV tou agiou pneumatoV mustagogiae en J.P. Migne (ed.), Patrologia Cursus Completus: Series Graeca (Paris: 1857-66), 102:280-391.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Sin embargo, hay una buena razón por qué en esta trinidad no llamamos a nadie
Verbo/Palabra de Dios sino al Hijo, a nadie Don de Dios sino al Espíritu Santo, a nadie de quien la Palabra es engendrada y de quien el Espíritu Santo originalmente
(principaliter) procede, sino a Dios el Padre. Añado la palabra “originalmente” porque aprendemos que el Espíritu Santo procede también del Hijo. Pero esto es parte de lo que es dado por el Padre al Hijo, no como ya existiendo sin ello, sino dado a él como todo lo que el Padre le da a su Verbo/Palabra unigénito, en el acto del engendramiento. Él es engendrado de tal manera que el don común procede de él también, y el Espíritu Santo es de ambos.9
Para Agustín, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como un principio de originización. El Padre es el único principio de la deidad, el Hijo procede del Padre, y de su amor común procede, como un único principio, el Espíritu Santo a Patre filioque.10 De este modo, el Espíritu Santo procede primeramente del Padre y por el don del Padre sin un intervalo temporal de ambos en común.11 Fotio rechazó esto también por razones que mencionaré posteriormente.
La concepción Occidental de acuerdo a los Apologetas Orientales
Las objeciones orientales al Filioque no eran que implicara dos fuentes separadas para el Espíritu Santo, aunque esto predominaba ampliamente en Fotio. Como vimos, Agustín enseñó que el Espíritu procede del Padre y del Hijo como de una sola fuente. Tampoco implicaban las objeciones orientales que la cláusula podría subordinar el Espíritu Santo al Hijo, otro punto del asunto para Fotio, dado que las afirmaciones Occidentales de la cosubstanciabilidad contrarrestaban esa posibilidad. El punto principal de la preocupación teológica era, y es, que el filioque propone que no solamente el Padre, sino también el Hijo, son una fuente u origen o causa del Espíritu Santo. Así pues, la concepción Occidental, en ojos Orientales, compromete la
monarquía del Padre. Los padres griegos sostenían que el Espíritu Santo es el tesoro y el Hijo es el que recibe el tesoro—el Hijo recibe y manifiesta al Espíritu pero no causa su existencia como tal, ya que solamente el Padre es la fuente u origen o causa tanto del Hijo como del Espíritu Santo a través de actos inefablemente diferentes pero unidos.
Otro problema relacionado es que la cláusula confunde al Padre y al Hijo. El Padre no es el Hijo. Esto es evidente en que el Padre engendra al Hijo, mientras que el Hijo es engendrado por el Padre. De esta manera, la relación entre el Espíritu y el Padre difiere de la relación entre el Espíritu y el Hijo. Debido a que el Hijo y el Padre no son el mismo, sus relaciones respectivas con el Espíritu Santo no pueden ser las mismas tampoco. Por lo tanto, hablar del Espíritu procediendo del Padre y del Hijo sin ninguna diferenciación es confundir a los dos. Esto es acentuado por la enseñanza de Agustín de que el Espíritu procede de ambos como de una fuente común. Para evitar la sugerencia de que hay dos fuentes separadas del Espíritu (lo cual dividiría a la Trinidad), el Occidente ha confundido la característica distintiva tanto del Padre y el Hijo. De acuerdo al Este, las tres personas son un Dios por medio de la perichoresis hipostática y unidad substancial pero nunca deben confundirse en sus características distintivas personales como en la herejía modalista).
9 Augustine, De Trinitate, 15:26:47.
10 Ibid., 15:17:27.
11 Ibid., 15:26:47.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
¿Qué podemos decir de esto? El Occidente nunca ha intentado comprometer la monarquía del Padre sino que consistentemente la ha afirmado.12 La monarquía no es un punto en disputa, aunque se ha expresado de diferentes maneras en el Este y el Oeste. El filioque nunca fue dirigido en contra de esto. Stylianopoulos está de acuerdo pero añade: “el que (y) del filioque no parece renunciar a la ‘monarquía’ del Padre en el contexto Agustiniano pero intencionalmente renuncia a ella en el contexto Capadociano”.13 Sin embargo, la demanda de que el filioque confunde al Padre y al Hijo es, lo acepto, de mayor peso. Consideraremos esto brevemente. Una objeción más que puede ser rápidamente descartada. Según los apologetas Orientales, el filioque condujo en el Occidente al eclesiasticismo, autoritarismo y al dogma del Papa. Esto es tan inverosímil como algunas polémicas Occidentales.
La Concepción Oriental de acuerdo a los Apologistas Occidentales
De acuerdo al Occidente el repudio Oriental del filioque no deja lugar para una clara relación entre el Hijo y el Espíritu Santo. Esto se halla en raro contraste con la enseñanza patrística de la perichoresis, por medio de la cual las personas de la Trinidad se habitan e interpenetran interrelacionan) mutuamente. El Oeste sostiene que esto exhibe tendencias subordinacionistas retrocediendo hasta Orígenes, porque en el Este el Hijo y el Espíritu Santo comúnmente se dice que derivan su deidad del Padre. En contraste, el filioque afirma la relación íntima entre el Hijo y
el Espíritu, y así entre la Palabra y el Espíritu. La posición del Este, insiste el Oeste, ha conducido a un golfo entre la teología y la piedad. La teología especulativa, cimentada en el Logos, ha sido separada de la adoración, mediada por el Espíritu Santo. De esta manera, la piedad Oriental, afirman observadores Occidentales como Bavinck, está excesivamente dominada por el misticismo.14 Ninguno de estos dos argumentos conlleva mucho escrutinio. En primer lugar, examinemos la demanda de que el Este, rechazando el filioque, mantiene separado al Hijo y al Espíritu Santo.
Esto es simplemente erróneo. En general, la iglesia Oriental ha aceptado una terminología tal como “del Padre a través del Hijo” como una expresión válida de la intención de C que mantiene un rol mediático para el Hijo en la procesión del Espíritu, mientras que insiste en que el Padre es la sola fuente, causa u origen. Nuevamente, el Este arguye que el Espíritu Santo descansa en el Hijo (como en el bautismo de Jesús) y es recibido por él, y a su vez es enviado por el Hijo.15 Al
decir que el Espíritu procede del Padre, el Este presupone la relación existente en la Trinidad entre el Padre y el Hijo, por que el Hijo está eternamente en y con el Padre y el Padre nunca está sin el Hijo.16 Para los teólogos Occidentales hacer tal afirmación ignora la enseñanza Capadociana sobre la perichoresis o interrelación mutua, enseñada primero por Gregorio de Niza. Esta es una afirmación culminante de las relaciones estrechas del Hijo y el Espíritu Santo, como veremos en un momento. Además, C menos la cláusula del filioque (la versión original de C) no guarda silencio sobre la relación del Espíritu Santo y el Hijo, porque el Espíritu es adorado y glorificado juntamente con el Padre y el Hijo, “por quien el Padre hizo los mundos”.
12 Ver, e.g., Calvino, Instituciones, I:xiii:1-20.
13 Stylianopoulos y Hein, 50.
14 Herman Bavinck, The Doctrine of God (reimpresión; Edinburgh: Banner of Truth, 1977), 313-317.
15 Ver Wolfhart Pennenberg, Systematic Theology (Grand Rapids: Eerdmans, 1991), 1:317:319.
16 Ver las referencias a Atanasio abajo. La propuesta de J. Moltmann de que el Espíritu procede “del Padre del Hijo” asume que un consenso se formaría en el Este que lo apoyaría; ver su volumen The Trinity and the Kingdom: The
Doctrine of God (Minneapolis: Fortress Press, 1993), 182-187.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Brevemente, el Este consistentemente afirma que el Hijo participa en la procesión del Espíritu Santo del Padre tanto inmanentemente y económicamente.
En el segundo punto, uno de los elementos más famosos de la piedad Oriental, la oración de Jesús, es completamente Cristocéntrico—“Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí pecador” difícilmente puede ser más evangélico o Cristológico en tono. Que el Este no tiene ningún monopolio sobre un misticismo desenfrenado es evidente por la bendición de Toronto y otros fenómenos similares que son claramente Occidentales en efecto. Esta afirmación es, brevemente, similar al argumento Oriental acerca de una supuesta conexión entre el filioque y el papado. Hay peligros reduccionistas al atribuir todos los males percibidos a una sola causa.
Una tercera objeción, sin embargo, tiene mucho más peso. Siguiendo a Juan de Damasco, el Este tiende a considerar que la esencia de Dios es incognoscible, solamente las energías u operaciones de Dios siendo reveladas, las cosas alrededor de él (“todo lo que podemos afirmar con respecto a Dios no muestra la naturaleza de Dios, sino solamente las cualidades de su naturaleza” ).17 Esta
dicotomía se usa para contrarrestar algo de la evidencia bíblica para la relación conjunta y coordinada del Hijo en relación con el Espíritu Santo. Como un crítico comprensivo como T. F. Torrance arguye, inserta una cuña entre la vida interna de Dios y su actividad salvadora en la historia, eliminando cualquier acceso real para conocer a Dios en sí mismo.18 También se aleja del pensamiento patrístico primitivo, el cual rechaza esta distinción.19 Además de abrir un profundo abismo entre lo económico y lo ontológico, la tendencia parece ser hacia una cuaternidad más bien que a una trinidad—la esencia divina incognoscible más las tres personas reveladas.
La Concepción Oriental Primitiva
Basilio el Grande en su De Spiritu Sancto escribe que la verdadera religión nos enseña a pensar acerca del Hijo juntamente con el Padre. Las buenas cosas que provienen de Dios llegan a nosotros “a través del Hijo”. La voluntad del Hijo está en unión indisoluble con el Padre sin ninguna nota de tiempo. De este modo, el Espíritu Santo es en todas las cosas inseparable y completamente incapaz de ser separado del Padre y el Hijo. Además: La vía del conocimiento de Dios se extiende de un Espíritu a través de un Hijo a un Padre, y a la inversa la bondad natural y la santidad inherente y la dignidad real se extienden del Padre a través del unigénito al Espíritu.20 Por tanto, el Espíritu participa en las operaciones del Padre y el Hijo.21 En breve, el Padre es el único principio de la deidad. Del Padre el Espíritu Santo procede a través del Hijo. La deidad se comunica del Padre a través del Hijo al Espíritu Santo.
Juan de Damasco en De Orthodoxa Fidei dice que el Espíritu de Dios es “el compañero del Verbo y el revelador de la energía del Verbo…procediendo del Padre y descansando en el Verbo, y manifestando al Verbo, siendo incapaz de disyunción de Dios en quien existe, ni del Verbo
17 Juan de Damasco, De Orthodoxa Fidei 1:4, en NPNF Second Serie, 9:2:4.
18 Thomas F. Torrance, The Christian Doctrine of God, One Being Three Persons (Edinburgh: T&T Clark, 1996), 187.
19 Atanasio, De Decretis, 22.
20 Basilio el Grande, De Spiritu Sancto, 47.
21 Ibid., 53.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
cuyo compañero es…siendo en subsistencia la semejanza del Verbo”.22 Nunca en ningún
momento el Padre careció del Verbo, ni el Verbo del Espíritu. El Espíritu Santo procede del Padre y descansa en el Hijo, es comunicado a través del Hijo, es inseparable e indivisible del Padre y el Hijo, posee todas las cualidades que el padre y el Hijo poseen, excepto que no engendra ni es engendrado. Tanto el Hijo como el Espíritu tienen su ser del Padre. Los tres están en el otro, teniendo la misma esencia y habitándose mutuamente, siendo los mismos en voluntad, energía, poder, autoridad y movimiento. Ellos se adhieren el uno al otro y tienen su ser el uno en
el otro sin fusionarse o mezclarse. El Hijo y el Espíritu, por tanto, no permanecen separados. Es como tres soles adhiriéndose el uno al otro sin separación y dando luz mezclada y unida en una.
Así pues, el Espíritu se manifiesta y se nos imparte a través del Hijo.23
Como De Margerie señala, Fotio ignoraba esto. Él cita a Bulgavok, quien comentó (Le Paraclet,Paris, 1946) “Es abrumador que el muy letrado patriarca, quien conocía a los Padres griegos mucho mejor que muchos de sus predecesores y contemporáneos, no conocía la doctrina patrística de la procesión del Espíritu Santo…difiriendo radicalmente de la suya propia”.24
Problemas Comunes
(1) Se ha criticado que el debate del filioque se centra en las personas definidas en términos de las relaciones de origen. En contraste, Pannenberg señala a la rica complejidad en el Nuevo Testamento que indica que estas relaciones son mucho más sutiles que las simples fórmulas que el Este y el Oeste nos dan para creer. Esto es verdad, y hemos visto de pasada algo de esta complejidad. Sin embargo, me parece que no hay una buena razón por qué las relaciones de origen deban ser excluidas de la consideración. ¿Debemos concluir que las relaciones de origen son otras que las relaciones eternas?
(2) La teología occidental con frecuencia ha dicho que el Oriente exhibe una tendencia hacia el triteísmo empezando con el Padre en vez de la única esencia divina. Hay poca evidencia para esto. La monarquía del Padre, la cosubstanciabilidad y la perichoresis eran los contrapesos.
(3) Por otro lado, la división Oriental entre la esencia de Dios y sus energías es una realidad, ciertamente después de Juan de Damasco. En este caso, las primeras críticas que hicimos se aplican. Por este medio, los apologistas orientales pueden decir que las referencias al Hijo enviando al Espíritu se aplican solamente a las energías, a lo económico puramente.
(4) En el Occidente, el peligro del modalismo es muy real, evidente en toda la teología occidental hasta Barth y Rahner. Si empezamos con la unidad divina, los tres llegan a ser problemáticos como distinciones ontológicas reales, personales, permanentes y eternas.
Colin Gunton ha argumentado forzosamente que el modelo Agustiniano ha engendrado el
ateísmo y el agnosticismo.25 Como argumentaré en mi ensayo sobre la Trinidad y la
adoración cristiana, la mayoría de los cristianos occidentales son modalistas prácticos. Ciertamente, la Trinidad es poco más que un acertijo matemático para la cristiandad occidental.
22 Juan de Damasco, De Orthodoxa Fidei, 1:7, en 9:2:5.
23 Ibid., 1:8, en 9:2:6-11.
24 de Margerie, The Christian Trinity in History, 166.
25 Colin Gunton, “Augustine, the Trinity, and the Theological Crisis of the West”, Scottish Journal of Theology 43
(1990):33-58.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
(5) La cláusula del filioque es desorientadora por tres posibles razones. Primero, si el Espíritu procediera de dos fuentes separadas, la monarquía del Padre sería socavada. Esa no es la manera en que ha sido entendida pero, habiendo dicho eso, tiene que admitirse que la cláusula se presta a esa clase de interpretación indocta. Segundo, si en el sentido Agustiniano (la manera en que el Occidente lo ha entendido consistentemente) el Espíritu procede del Padre y del Hijo como una sola fuente, la distinción del Padre y el Hijo se esfuma. El Hijo no es el mismo que el Padre—él es engendrado, y el Padre no lo es. El Hijo es por siempre el Hijo, y el Padre es por siempre el Padre. De este modo, el Hijo no tiene la relación idéntica con el Espíritu Santo que el Padre tiene. La doctrina de la procesión del Espíritu Santo tiene que tomar esta distinción en consideración. Tercero, aparece alguna evidencia de una tendencia a la subordinación del Espíritu Santo si el filioque se necesita para apoyar la consubstanciabilidad del Hijo. Si la deidad del Hijo requiere que sea la fuente espiradora del Espíritu Santo, ¿dónde deja eso al Espíritu, quien es la fuente de ninguna otra hipóstasis? El argumento a favor del filioque tiene un precio, un sutil menoscabo de la Trinidad. En esta conexión, ¿no menoscaba el Occidente un principio básico de la teología trinitaria? Los atributos de la naturaleza divina son compartidos por todas las personas mientras que las propiedades divinas son mantenidas por una sola persona. Aquí una propiedad(aspiración) es compartida por dos personas mientras que la tercera es excluida.26
Hacia Soluciones
(1) Reconocimiento Mutuo
Para que ocurra una resolución de este viejo problema, el Este necesitará reconocer que el filioque fue usado en el Oeste para apoyar la enseñanza que el Este acepta plenamente, viz., la unidad consubstancial de la Trinidad, el estatus divino del Hijo y la intimidad entre el Hijo y el Espíritu Santo. Por su parte, el Occidente tiene que reconocer que la enseñanza de Agustín de que el Padre y el Hijo son la causa común del ser eterno del Espíritu Santo sin querer compromete la monarquía del Padre a ojos de aquéllos que comparten el paradigma Capadociano.
(2) Reconstrucción Histórica
Cuando perdidos mientras caminamos en el campo puede ser de ayuda volver a nuestros pasos hasta el último sitio donde nuestra ubicación era precisamente conocida. Entonces uno puede progresar hacia el destino previsto. Sobre la cuestión del filioque se puede hallar ayuda retornando no a Capadocia o Hipona, donde las sendas divergieron, sino en su lugar a Alejandría. Antes que los Capadocianos y Agustín colocaran el escenario para la futura discusión, Atanasio hizo algunos puntos cruciales que fueron olvidados en el conflicto subsiguiente. Atanasio fue seguido en una dirección similar en el siglo siguiente por Cirilo de Alejandría.
En sus cuatro cartas a Serapión sobre el Espíritu Santo, Atanasio trata por extenso con las relaciones trinitarias. El Hijo es consubstancial con el Padre, del ser del Padre. Lo que el Padre
26 Fotio argumenta que “todo lo no dicho acerca de la todo omnipotente, consubstancia y supersubstancial Trinidad se dice acerca de las tres personas que son una. No se dice que la procesión del Espíritu sea común a los tres, y consecuentemente debe pertenecer a uno de los tres”. (Mystagogy of the Holy Spirit, i36).
-------------------------------------------------------------------------------------
tiene, lo tiene el Hijo.27 La Trinidad es indivisible, así que lo que se menciona del Padre debe entenderse también del Hijo; y, de la misma manera, donde el Hijo está el Espíritu Santo está en él.28 El Espíritu nunca está aparte del Verbo, el Hijo, un punto que Atanasio repite una y otra vez.29
Además, como el Hijo tiene su propiedad particular en relación con el Padre, así también el Espíritu Santo en relación con el Hijo.30 El Hijo es la imagen del Padre, pero también el Espíritu Santo es la imagen del Hijo.31 Atanasio niega una réplica obvia de que haya consecuentemente dos hijos, manteniendo el carácter distintivo del Espíritu Santo al mismo tiempo, pero el hecho de que él se siente obligado a hacer tal punto indica cuán cercanamente entiende que es la relación del Hijo y el Espíritu. En verdad, el Espíritu Santo tiene el mismo orden y naturaleza hacia el Hijo como el Hijo los tiene hacia el Padre. El Hijo está en el Padre y el Padre está en el Hijo y así también el Espíritu Santo está en el Hijo y el Hijo está en el Espíritu Santo. De esta manera, el Espíritu no puede ser dividido de la Palabra/Verbo.32 Asimismo el Espíritu está en Dios el Padre y del Padre.33 Como el Hijo viene en el nombre del Padre, el Espíritu también viene en el nombre del Hijo.34 Hay una eficacia y una acción de la santa Trinidad, ya que el Padre hace todas las cosas a través de la Palabra/Verbo por medio del Espíritu Santo.35 Nada
puede ser más claro que la relación íntima e inquebrantable entre el Hijo y el Espíritu Santo en el pensamiento de Atanasio. Las tres personas mutuamente se habitan, son una en la otra. Esto se aplica tanto al Hijo y al Espíritu como al Hijo y al Padre o al Padre y al Espíritu Santo.
Líneas similares de pensamiento son evidentes en Cirilo. En el Dialogus II de S.S. Trinitate explica que toda la divinidad es común a cada persona, así el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen una substancia idéntica. El Hijo y el Espíritu son en todas las cosas iguales al Padre excepto por sus relaciones, en las cuales, inter alia, el Espíritu procede del Padre, fluyendo o derramándose a través del Hijo.36 En su Thesaurus de Sancta et Consubstantiali Trinitate Cirilo desarrolla este pensamiento sobre el asunto por extenso. El Espíritu Santo es por naturaleza Dios,
del ser del Padre. La creación fue hecha a través del Hijo por el Espíritu Santo.37 El Espíritu no es ajeno a la esencia divina de acuerdo a la obra de su naturaleza; él es de la esencia, porque él existe en ella, procediendo de ella y permaneciendo en ella.38 Así pues, el Espíritu es del padre y del Hijo, debido a que es claro que él es del ser divino (o esencia) procediendo esencialmente en ella y de ella.
Por lo tanto, el Espíritu es del ser del Hijo como también del ser del Padre.39 Mientras que naturalmente procede del Padre40 debido a sus relaciones enhipostáticas, él es en el Hijo y del
27 Atanasio, Ad Serapion, 2:5, PG 26:616.
28 Ibid., 1:14, PG 26:566.
29 Ibid., 1:14, 17, 20, 31, 3:5, 4:4; PG 26:565-6, 572, 576-7, 601, 632-3, 641.
30 Ibid., 3:1, PG 26:625.
31 Ibid., 4:3, PG 26:640-1.
32 Ibid., 1:20-21, PG 26:580.
33 Ibid., 1:25, PG 26:588.
34 Ibid., 1:20, PG 26:580.
35 Ibid., 1:20, 28, 30, PG 26:580, 596, 600.
36 Cirilo de Alejandría, Dialogus II de SS. Trinitate, PG 75:721-3. proseimi significa ir hacia o proceder, mientras que
prosecw significa verter.
37 Cirilo de Alejandría, Thesaurus de Sancta et Consubstantiali Trinitate, PG 75:565.
38 Cirilo de Alejandría, PG 75:577.
39 Cirilo de Alejandría, PG 75:587, 589.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Hijo41 y entonces se puede decir que procede del Padre en el Hijo.42 Cirilo también puede decir que el Espíritu es enviado del Padre a través del Hijo (¡citando tanto Juan 15:26 y 14:26!)43 y también que procede del Padre y el Hijo.44
(3) Parámetros Teológicos
Un número de parámetros trinitarios esenciales tiene que mantenerse en balanza como
igualmente fundamentales. La violación de uno ellos conduce a mayores problemas. Estos parámetros también tienen que hallar una expresión combinada en términos de las relaciones entre el Espíritu y el Hijo.
1. Las tres personas. Como Bray recomienda,45 debemos iniciar aquí. Hemos visto la
tendencia occidental de opacar a las tres personas en una dirección modalista bajo la
presión de la unidad dominante de Dios.
2. Cosubstanciabilidad. La única e idéntica esencia divina es compartida por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Toda la divinidad está en cada una de las personas, y cada una de las personas son la divinidad en su totalidad tanto individualmente como en su conjunto. Toda la divinidad está en todas las tres personas. Todas las tres personas son completamente Dios. Para hablar crudamente, no quedan nada de sobras de Dios adicionalmente a lo que hay en cada una de los tres. No hay algo más de Dios de lo que hay en el Padre, ni tampoco hay más de Dios de que lo que hay en el Hijo y mutatis mutandis en el Espíritu Santo.
3. Perichoresis. Las tres personas se habitan una a la otra, se contienen mutuamente. Esta es la fuerza del uso de enhypostatos de Cirilo. La unión de las tres es inquebrantable y los tres son inseparables. Aquí lo divino y lo humano difieren, como lo explica la Leiden Synopsis. Los humanos no existen uno en el otro como las personas divinas lo hacen.46
4. La monarquía. En términos de las relaciones entre las tres personas, hay un claro orden: del Padre a través del Hijo por el Espíritu Santo. Estas relaciones no pueden ser revertidas: el Hijo no envía al Padre, el Padre no procede del Espíritu Santo. En este sentido, el Padre es el primero, el Hijo el segundo y el Espíritu Santo el tercero. Sin embargo, algunos teólogos Orientales siguiendo a Basilio y Gregorio de Nisa se referían al Padre como la fuente u origen de la deidad del Hijo y del Espíritu, un lenguaje con inquietantes matices subordinacionistas. El argumento de T. F. Torrance de que la monarquía debe ser vista como la monarquía de toda la Trinidad en vez de la persona del Padre—sobre el fundamento de que las tres personas son Dios co-igualmente— reteniendo a la vez las relaciones distintivas para las personas, tiene raíces sanas
40 Cirilo de Alejandría, PG 75:597.
41 Cirilo de Alejandría, PG 75:581.
42 Cirilo de Alejandría, PG 75:577.
43 Cirilo de Alejandría, PG 75:581.
44 Cirilo de Alejandría, PG 75:585.
45 Gerald Bray, The Doctrine of God (Leicester/Downers Grove: InterVarsity Press, 1993), 197-224.
46 Doctorum et Professorum in Academia Leidensi: Iohannes Polyandrus, Andreas Rivetus, Anthonius Walaeus,
Anthonious Thysius, Synopsis Purioris Theologiae (Leiden, 1625), 77.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Capadocianas,47 y fue la base para el acuerdo entre las Iglesias Ortodoxas y Reformadas recientemente.48 Si estos cuatro parámetros se observan mutuamente, evitaremos el desequilibrio herético. Es dentro de estos polos que la cuestión controvertida del filioque eventualmente será resuelta. La propuesta de Moltmann—desde del Padre del Hijo—es considerada por Stylianopoulos como muy especulativa. Parece conceder el caso al Este, tratando de hacer concesiones para los intereses Occidentales de que el Hijo sea visto como involucrado directamente.49 Para mí, la
frase desde el Padre a través del Hijo tiene el mérito de un fundamento firmemente bíblico, y es conocida como aceptable para el Este. Funciona como puente entre los Ortodoxos y Reformados en las discusiones recientes. Evita algunos de los inconvenientes del filioque indiferenciado, aunque desde el Padre en el Hijo me parece expresar más satisfactoriamente los parámetros principales que indiqué.
47 Gregorio de Nacianzeno, Orationes, 29:6, 11-12, 17-18, 30:30, 31:16, 40:43.
48 Thomas F. Torrance, Trinitarian Perspectives: Towards Doctrinal Agreement (Edingburgh: T&T Clark, 1994), 110-
143.
49 Moltmann, loc.cit.
Traducción: Valentín Alpuche M.Div.
AD MAJOREM GLORIA
lunes, 15 de junio de 2009
FILIOQUE
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario